La canción de lxs refugiadxs
Déjame que te cuente qué hermoso será volver.
Déjame que te cuente entre lágrimas azules.
Déjame que te cuente que hermoso es saber
que también te amaré al otro del mar.
Déjame que te cuente entre estrellas.
Déjame que te cuente en estos tres acordes.
Déjame que te cuente que hermoso es verte.
Déjame que te cuente.
Qué hermoso será volver,
a la inmensa anchura de los brazos abiertos.
Mantener toda vuestra fe,
al calmar vuestra lágrimas del viento.
Déjales que cuentes que cuando eran niños
soñaban con el otro lado del mar.
Alas para volar y vivir en paz
no necesitan nada más.
Qué hermoso será volver,
a la inmensa anchura de los brazos abiertos.
Mantener toda vuestra fe,
al calmar vuestra lágrimas del viento.
Lxs mendigxs
Cómo se puede ser dueño
de cuerpos ajenos.
Hay tanto escrito
en un folio en blanco.
Siento mi piel
exigiendo tus manos,
si no fuese ya un mendigo me convertiría en él.
La humedad de unos ojos
que no necesitan ver.
De arder a helarse
una mirada al regazo.
Desnúdame con atención
y encontrarás tu nombre escrito bajo mi pecho.
El dolor de tu ausencia
me estira y no se parte.
Déjame decirte que es verdad nuestra sed.
Y sin notas,
te cantaré cada noche.
Te esperaré
en las tibias lunas de verano
en los puentes de Madison.
Diablo
Dicen que escribir es auto-repararse. Acariciar con cada letra el interior del corazón. La manera de desatar nudos para aquellos que no saben llorar. Precipitarse a un folio en busca de auxilio.
Quiero creer que todos tenemos enraizado nuestro caos. ¿Y si amarlo es la única forma de felicidad? ¿Por qué le abrimos la puerta fría al diablo? Le di la llave y ahora ya sabe dónde morder.
Le abrí mi alma, mi sexo y mi mente. Le pregunté si era verdad el beso que me dio. Asintió pero no mantuvo el mensaje, ahora peleo por intentar apagar el fuego que encendimos.
Perdí peso colgada de la soga del diablo. No sabemos lo que es respirar en bocas de otros. No viviré si lo último que se pierde es la esperanza. Quizás sea yo la que se pierda antes.
¿Cómo nos puede curar solo la mano que nos hirió? Nos empuja el diablo a la fuerza a amar. Nos traiciona nuestra alma escondida. Menos mal que hay ángeles cantando en tierras hostiles.
Le abrí mi alma, mi sexo y mi mente. Le pregunté si era verdad el beso que me dio. Asintió pero no mantuvo el mensaje, ahora peleo por intentar apagar el fuego que encendimos. Te he amado alto y claro, fue mía la culpa de no ver el anzuelo que escondía tu olor. Me tragué el fantasma.